Durante años, las mascarillas nocturnas fueron ese pequeño lujo que nos permitíamos para despertar con el rostro más luminoso, más descansado, más bonito. Aplicábamos una capa generosa, nos íbamos a dormir y esperábamos el milagro al día siguiente. Pero en la era de TikTok, eso ya no parece suficiente. Ahora, la belleza del descanso ha mutado en un ritual extremo: dormir envuelta en capas de productos, fajas faciales, cintas tensoras y parches de todos los tamaños.
La tendencia tiene nombre —y no precisamente tranquilizador—: morning shed o momificación nocturna. Lo que comenzó como una rutina de autocuidado se ha transformado en uno de los fenómenos más virales (y preocupantes) del skincare.
Qué es el morning shed
El morning shed es una práctica de belleza que consiste en aplicar múltiples capas de productos cosméticos antes de dormir: mascarillas, bálsamos, aceites, parches e incluso cintas faciales que prometen reafirmar el rostro mientras dormimos.
En redes, los vídeos son hipnóticos: pieles brillantes, gadgets de última generación, chicas envueltas en productos que aseguran despertar como un bebé. Pero detrás del brillo y los filtros hay una realidad dermatológica menos glamurosa.
“Este tipo de rutinas son un ejemplo de cómo una moda mal entendida puede convertirse en un problema dermatológico serio”, explica Eduardo Senante, farmacéutico especializado en cosmética y director de Farmacia Senante.
El error, señala, está en la creencia de que cuantos más productos uses, mejores serán los resultados. Y no: la piel no funciona por acumulación.
Qué le pasa realmente a tu piel
Durante la noche, la piel entra en una fase natural de regeneración y oxigenación celular. Es el momento en que repara los daños del día, regula su hidratación y refuerza la barrera cutánea. Pero si la cubrimos con capas densas y oclusivas, lo que hacemos es impedir que respire.
“Es como intentar dormir envuelta en plástico”, apunta Senante. Puede sonar exagerado, pero la piel también necesita aire. El resultado de esta práctica puede ir desde una piel apagada y sin luminosidad, hasta problemas más serios como acné cosmético, irritaciones o dermatitis de contacto.
Los riesgos de la momificación nocturna
Aunque en apariencia se trate de un simple exceso de cremas, el morning shed puede generar una verdadera saturación cutánea. Es decir, la piel se ve sobrecargada de activos que no puede absorber ni procesar correctamente.
Entre los principales efectos secundarios destacan:
- Alteración del microbioma cutáneo, que causa rojeces, picor o descamación.
- Obstrucción de poros y exceso de sebo, especialmente en pieles mixtas o grasas.
- Brotes de acné cosmético, por fórmulas demasiado pesadas o incompatibles.
- Dermatitis de contacto, al combinar productos con alcoholes, perfumes o conservantes irritantes.
- Pérdida de luminosidad, por falta de oxigenación cutánea.
En definitiva, el efecto filtro que promete la tendencia termina generando justo lo contrario: una piel saturada, irritada y sin vida.
Hidratar no es lo mismo que ocluir
“Una de las grandes confusiones detrás de esta moda es creer que cubrir la piel con productos equivale a hidratarla. Hidratar es aportar agua y retenerla”, explica Senante. Ocluir, en cambio, significa bloquear la piel bajo una capa que impide que respire.
Activos como la vaselina o los aceites minerales pueden tener su función —por ejemplo, en pieles muy secas o zonas puntuales—, pero usarlos de forma continua y generalizada puede ser contraproducente.
El equilibrio, como siempre, es la clave. Una buena rutina nocturna no necesita más de tres pasos: limpieza, tratamiento y nutrición. Todo lo demás es exceso, subraya el farmacéutico.
