La inflamación es una respuesta natural del cuerpo. Ocurre cuando el organismo detecta una amenaza —una herida, una infección, un golpe— y activa su sistema de defensa. Es un mecanismo útil, temporal y necesario. El problema aparece cuando esa inflamación se mantiene en el tiempo sin causa clara ni resolución. En ese punto, pasa a ser inflamación crónica, una condición silenciosa que puede afectar a diferentes sistemas del cuerpo sin dar la cara de forma evidente.
No siempre hay fiebre, dolor o hinchazón visibles. La inflamación crónica es más sutil, pero sus efectos pueden ser acumulativos y de fondo. Muchas veces se confunde con cansancio, molestias digestivas o brotes en la piel, y por eso se suele ignorar. Pero si llevas tiempo con síntomas que no desaparecen del todo o que vuelven con frecuencia, quizá deberías prestar más atención.
¿Qué es exactamente la inflamación crónica?
A diferencia de la inflamación aguda —puntual y localizada—, la inflamación crónica se mantiene activa durante semanas, meses o incluso años. El sistema inmune sigue funcionando como si tuviera que defenderse, aunque no haya una amenaza real. Esa activación constante genera estrés en órganos, tejidos y células.
Puede estar causada por factores como el estrés prolongado, una mala alimentación, la falta de descanso, el tabaquismo, una microbiota desequilibrada o incluso enfermedades autoinmunes o metabólicas.
Señales que podrían indicar inflamación crónica
1/ Cansancio constante
Sentirse cansado sin motivo, incluso después de dormir bien o descansar, puede estar relacionado con una inflamación persistente en el organismo. Si notas fatiga continua sin causa clara, es importante no normalizarlo.
2/ Problemas digestivos frecuentes
Hinchazón abdominal, gases, digestiones lentas, estreñimiento o diarrea recurrente. Todo esto puede indicar que el sistema digestivo está alterado, posiblemente por una inflamación mantenida en la mucosa intestinal.
3/ Brotes cutáneos o piel alterada
La piel puede reflejar procesos internos. Acné adulto, dermatitis, enrojecimiento constante o picor sin alergia aparente podrían ser síntomas externos de una inflamación interna más profunda.
4/ Dolores articulares o musculares persistentes
El dolor articular sin lesión, la rigidez matutina o los calambres frecuentes pueden estar vinculados a procesos inflamatorios crónicos que afectan a los tejidos musculares y conectivos.
5/ Aumento o pérdida de peso inexplicables
Tanto el aumento como la pérdida de peso sin cambios significativos en la dieta pueden deberse a alteraciones hormonales provocadas por la inflamación. También puede haber retención de líquidos.
6/ Cambios en el estado de ánimo
La inflamación crónica puede afectar a la función cerebral y alterar la producción de neurotransmisores. Esto puede traducirse en cambios de humor, ansiedad, irritabilidad o incluso síntomas depresivos.
7/ Infecciones recurrentes
Un sistema inmune constantemente activado puede acabar debilitándose. Si pillas virus con frecuencia, te resfrías más que antes o te cuesta recuperarte, puede ser una señal.
¿Qué puedes hacer si sospechas que tienes inflamación crónica?
No se trata de autodiagnosticarse ni alarmarse. Pero sí conviene observar tu cuerpo, prestar atención a los síntomas que se repiten o que parecen no tener causa directa. Lo ideal es hablar con un médico o profesional de la salud que pueda evaluar tu estado general.
Mientras tanto, hay hábitos que pueden ayudarte a reducir la inflamación de forma natural:
- Dormir al menos 7-8 horas de calidad
- Evitar alimentos ultraprocesados y ricos en azúcares
- Aumentar el consumo de verduras, frutas, omega-3 y alimentos integrales
- Incluir ejercicio físico moderado a diario
- Controlar el estrés con herramientas como meditación, yoga o pausas reales
- Evitar el alcohol y el tabaco
- Cuidar la microbiota intestinal (probióticos, fibra, alimentos fermentados)
