La exposición prolongada a dispositivos electrónicos es ya una constante en el día a día. Teléfonos móviles, ordenadores, tablets o televisores emiten un tipo de luz conocida como luz azul o luz visible de alta energía (HEV, por sus siglas en inglés). Aunque menos intensa que la luz ultravioleta, estudios recientes han demostrado que también puede afectar a la salud de la piel. En este artículo de Primor te explicamos qué es la luz azul, cómo influye en el envejecimiento cutáneo y qué medidas se pueden tomar para minimizar sus efectos.
¿Qué es la luz azul?
La luz azul forma parte del espectro de luz visible. Está presente de forma natural en la luz solar, pero su exposición se ha multiplicado con el uso masivo de pantallas electrónicas y dispositivos LED. Tiene una longitud de onda corta (entre 400 y 490 nm), lo que implica mayor energía y capacidad de penetración en la piel.
Efectos de la luz azul en la piel
1/ Estrés oxidativo
La luz azul genera radicales libres, moléculas inestables que dañan las células y aceleran los procesos de envejecimiento. Este estrés oxidativo puede alterar la producción de colágeno y elastina, provocando pérdida de firmeza, aparición de arrugas y tono apagado.
2/ Inflamación y sensibilidad
La exposición repetida puede aumentar la inflamación cutánea, especialmente en pieles sensibles o reactivas. También se ha relacionado con un aumento de la sensibilidad y de problemas como rosácea o enrojecimiento facial crónico.
3/ Hiperpigmentación
Uno de los efectos más visibles es la aparición de manchas oscuras, especialmente en pieles medias y oscuras. La luz azul puede estimular la melanogénesis, el proceso de producción de melanina, generando pigmentaciones irregulares más difíciles de tratar.
4/ Altera el ritmo circadiano cutáneo
La piel también tiene su propio reloj biológico. La exposición a la luz azul durante la noche puede interferir en su ritmo de regeneración, afectando a la calidad de la reparación celular durante el descanso nocturno.
¿Cómo proteger la piel de la luz azul?
1/ Uso de antioxidantes tópicos
Los antioxidantes como la vitamina C, la vitamina E, la niacinamida o el resveratrol neutralizan los radicales libres generados por la luz azul y refuerzan las defensas naturales de la piel. Se recomienda aplicar por la mañana antes del protector solar.
2/ Fotoprotectores con filtros específicos
Algunos protectores solares incluyen ingredientes que filtran o dispersan la luz visible, incluida la azul. No todos los SPF convencionales lo hacen, por lo que conviene buscar fórmulas específicas con óxido de hierro o filtros físicos.
3/ Reducir la exposición innecesaria
Limitar el tiempo frente a pantallas, activar el modo noche en dispositivos y mantener la distancia adecuada entre la piel y las pantallas ayuda a minimizar el impacto acumulado. También es recomendable no usar pantallas en entornos oscuros.
4/ Cosmética antipolución
Algunas fórmulas están diseñadas para proteger la piel frente a agresores urbanos como la luz azul, el humo o la contaminación ambiental. Suelen incluir antioxidantes, péptidos protectores y activos reparadores.
La luz azul es un factor de envejecimiento cutáneo menos conocido pero relevante en la actualidad. Su impacto es acumulativo y afecta tanto a la calidad de la piel como a su capacidad de regeneración. Incorporar protección específica y activos antioxidantes en la rutina diaria es una forma eficaz de prevenir sus efectos a largo plazo.
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