Cuando sentimos dolor muscular, articular o inflamatorio, nuestro primer impulso suele ser buscar un alivio rápido. En estos casos, las terapias de frío y calor se presentan como dos soluciones naturales y accesibles que marcan la diferencia. Sin embargo, no todos los tipos de dolor se benefician por igual de una u otra, y aplicarlas de manera incorrecta puede incluso empeorar la situación. Por eso, saber cuándo usar frío y cuándo calor es clave para un alivio efectivo y seguro.
El frío y el calor actúan de manera diferente en nuestro cuerpo. El frío, a través de compresas, bolsas de hielo o geles refrigerantes, provoca vasoconstricción: los vasos sanguíneos se contraen, lo que reduce la inflamación, el enrojecimiento y el dolor agudo. Por su parte, el calor dilata los vasos sanguíneos, mejora la circulación y relaja los músculos, siendo útil para dolores crónicos o rigidez muscular. Te contamos en este artículo de Primor cómo saber cuándo aplicar cada cual.
Cuándo aplicar frío
El frío es ideal en situaciones de dolor agudo, inflamación reciente o traumatismos. Por ejemplo, es muy eficaz después de esguinces, golpes, contusiones o torceduras, especialmente durante las primeras 24-48 horas. La aplicación de frío ayuda a reducir la inflamación, el edema y el dolor intenso.
- Para aplicarlo correctamente: envuelve una bolsa de hielo o gel refrigerante en un paño fino y colócala sobre la zona afectada durante 10 a 20 minutos. Es importante no aplicar el hielo directamente sobre la piel, para evitar quemaduras por frío o irritación. Puedes repetir este procedimiento varias veces al día, siempre respetando los intervalos de descanso para que la piel se recupere.
Cuándo aplicar calor
El calor es más adecuado para dolores crónicos, rigidez muscular o tensión. Por ejemplo, dolores de espalda, cuello o musculatura rígida pueden mejorar notablemente con la aplicación de calor, ya que este relaja los músculos, aumenta el flujo sanguíneo y mejora la elasticidad de los tejidos.
Se puede aplicar mediante compresas calientes, almohadillas eléctricas, baños tibios o incluso bolsas de semillas calentadas en el microondas. La duración es de 15 a 20 minutos, varias veces al día según sea necesario. A diferencia del frío, el calor no es recomendable en inflamaciones recientes ni en lesiones agudas, porque podría aumentar la hinchazón y el dolor.
Casos mixtos: frío y calor combinados
En algunos casos, combinar frío y calor puede ser beneficioso. Por ejemplo, en lesiones musculares que evolucionan hacia la rigidez o contracturas tras la inflamación inicial, primero se aplica frío para controlar el edema y, pasadas unas horas o días, se introduce calor para relajar el músculo y favorecer la circulación.
La clave de esta combinación es respetar los tiempos y no superponer ambas terapias simultáneamente, ya que cada una tiene un efecto fisiológico distinto y deben aplicarse de manera secuencial para maximizar el alivio.
Consejos de experto para un alivio seguro
- Siempre coloca un paño o toalla entre la piel y la fuente de frío o calor.
No excedas los tiempos recomendados: 10-20 minutos de frío y 15-20 minutos de calor suelen ser suficientes. - Si hay heridas abiertas, infecciones o problemas circulatorios, consulta con un profesional antes de aplicar frío o calor.
- Mantén una rutina complementaria de estiramientos suaves, hidratación y reposo según la lesión o dolor.
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