Hay algo terapéutico en cuidar del cabello. Masajear el cuero cabelludo, aplicar una mascarilla, secarlo con mimo… Son gestos cotidianos que reconfortan y que, cuando se hacen bien, pueden transformar la melena. Pero no todo lo que parece cuidado lo es. Porque, aunque la industria beauty haya democratizado los productos profesionales, no todos los tratamientos capilares deberían hacerse en casa. A veces, el amor por tu pelo pasa por saber cuándo no tocarlo.
El boom del “hazlo tú mismo”
Durante los últimos años, las redes sociales han impulsado una ola de tutoriales capilares que prometen resultados de peluquería sin salir del baño. Decoloraciones, alisados, keratinas caseras, tintes con “fórmulas milagrosas”… Y, aunque la intención es buena, la realidad puede ser muy distinta.
El cabello no es una tela que se pueda rehacer: es una fibra viva que, cuando se daña, no se regenera. Por eso, hay procedimientos que deberían quedar en manos de profesionales, porque un error de cálculo, un tiempo mal medido o una mala combinación de productos puede terminar en un desastre capilar difícil de revertir.
Qué tratamientos para el cabello NO hacer en casa
1/ Decoloraciones o cambios drásticos de color
Sí, cambiar de color puede ser adictivo. Pero la decoloración es, probablemente, el tratamiento más agresivo que existe para el cabello. Requiere un control exacto del nivel de oxidación, tiempo de exposición y temperatura, además de una evaluación previa de la salud capilar.
Cuando se hace sin conocimiento, los riesgos son claros: ruptura del cabello, porosidad extrema, pérdida de brillo y color desigual. Además, los productos decolorantes de uso profesional contienen químicos que deben manipularse con precaución.
- Consejo experto: Si quieres aclarar el cabello en casa, opta por opciones seguras como champús iluminadores, sprays con camomila o mascarillas tonificantes. Dan reflejos naturales sin alterar la estructura de la fibra.
2/ Alisados con keratina o tratamientos con formol
Los alisados son otro de esos tratamientos que prometen milagros inmediatos, pero que pueden esconder riesgos. Los alisados con keratina o con derivados del formol deben aplicarse con técnica y protección adecuadas, ya que liberan vapores que pueden ser irritantes o tóxicos si se inhalan en exceso.
Además, un mal planchado o una aplicación desigual puede fragilizar el cabello y provocar rotura por calor. En peluquería, los profesionales controlan la temperatura y sellan el producto de manera uniforme, garantizando un resultado liso pero saludable.
En casa, lo ideal es optar por tratamientos capilares sin formol, como mascarillas alisadoras naturales con aminoácidos o aceites nutritivos que doman el encrespamiento sin agredir.
3/ Permanentes o moldeados
Aunque parezcan cosa del pasado, las permanentes han vuelto reinventadas. Y sí, los rizos definidos están de moda, pero lograr un buen moldeado no es tan sencillo. Este tipo de tratamiento requiere una mezcla precisa de químicos que abren y reestructuran la fibra capilar.
Si se aplica mal, puede dejar el cabello áspero, encrespado o incluso quemado. Además, el resultado depende mucho del tipo de pelo, su grosor y su historial químico.
- Consejo: Si te apetece un efecto con movimiento, prueba con espumas ligeras, sprays texturizantes o rizadores de vapor. Son alternativas seguras para cambiar el estilo sin comprometer la salud del cabello.
4/ Corte y desfilado con herramientas no profesionales
Puede parecer una obviedad, pero cortarse el pelo con tijeras que no son específicas (como las de cocina o costura) puede abrir las puntas y dañar la fibra. Además, sin técnica ni visibilidad adecuada, es fácil perder la forma del corte y generar capas desiguales.
Los estilistas no solo cortan: diagnostican, equilibran y diseñan el cabello según su textura, densidad y movimiento. Un mal corte casero puede tardar meses en corregirse.
