Nos ha pasado a todas. Vas a aplicarte la crema nueva que promete cambiarte la cara (y la vida) y en cuanto la extiendes, piensas: ¿esto es una crema o una plasta de masilla? O al contrario: te echas una gota y desaparece tan rápido que dudas si era un cosmético o un acto de fe. Bienvenida al mundo de las texturas cosméticas, ese detalle que muchas veces ignoramos (hasta que nos incomoda), pero que puede marcar la diferencia entre amar un producto o abandonarlo en el cajón.
Porque sí, los ingredientes importan, la fórmula también, pero la textura —esa sensación al aplicarlo, el acabado que deja, cómo se funde con tu piel— es lo que define si algo funciona contigo o no. Y no todas las pieles (ni las personas) necesitan lo mismo.
Así que, si te has preguntado alguna vez por qué a tu amiga le va de maravilla ese sérum en gel que a ti te deja fría, o por qué hay gente que ama las cremas densas y tú no puedes con ellas, aquí va una guía sensorial y práctica sobre las texturas más comunes en cosmética y cuál puede ser la mejor para ti.
Cómo son las texturas de los cosméticos y qué has de saber
1/ Textura gel: frescura inmediata
Ligera, acuosa, se absorbe rápido y no deja residuos. Es el equivalente a beber agua fría cuando tienes sed. Las texturas en gel son ideales para pieles grasas o mixtas, climas cálidos o húmedos y gente con fobia a las texturas pesadas.
Perfectas para hidratantes ligeras, sérums de verano, contornos de ojos y aftersun.
- Punto débil: si tienes la piel seca, puede que se quede corta y necesites sellar con algo más nutritivo.
2/ Textura crema: el clásico reconfortante
La crema es ese abrazo suave que deja la piel flexible, hidratada y con sensación de estoy cuidándome bien. Hay muchas variaciones: ligeras, ricas, densas, untuosas… pero en general, son geniales para pieles normales a secas, rutinas de noche, invierno o ambientes con calefacción a tope.
- Punto débil: si eliges una muy densa para tu tipo de piel, puede tardar en absorberse y dejarte con sensación grasa.
3/ Textura leche o loción: ligera, pero con cuerpo
No tan fluida como un gel, ni tan rica como una crema. La loción es el ni muy muy, ni tan tan del mundo cosmético. Hidrata sin saturar y es muy cómoda para pieles normales o ligeramente secas, cuerpos que odian las cremas que tardan en secarse, personas prácticas que buscan eficacia sin pegajosidad.
- Punto débil: a veces no es suficiente para zonas muy secas o pieles que piden nutrición intensa.
4/ Textura bálsamo: el todoterreno reparador
Densa, untuosa, pero maravillosa. Los bálsamos se funden con la piel y actúan como una barrera protectora. No aptos para impacientes, pero sí para labios agrietados, pieles ultra secas, sensibilizadas o con descamación y zonas puntuales que necesitan reparación urgente.
- Punto débil: si los usas mal o en exceso, pueden ser demasiado para pieles mixtas o grasas.
5/ Textura mousse o soufflé: ligera y aireada
Esponjosa, suave y casi comestible. Las mousses son divertidas de usar y dejan la piel mate, suave y bien hidratada. Ideales para pieles mixtas con tendencia grasa, amantes de las texturas sensoriales y personas que quieren hidratar sin brillar.
- Punto débil: a veces parecen poco nutritivas, aunque hidraten bien.
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